viernes, noviembre 20, 2009

Un Nino de Thomas Bernhard



Es Un nino la ultima de las cinco partes de la magistral autobiografia de Thomas Bernhard. Sin embargo, se remonta los anos que precisamente preceden a la primera parte de la biografia, El aliento. De la pentalogia es Un nino quiza la narracion mas lineal, la mas digerible, la mas normal, divertida y menos claustrofobica de todas. Mas esto no significa que no sea Bernhard en todo su elemento y estado puro. De todos los libros de Bernhard que he leido hasta el momento este tiene el comienzo mas inusual, una descripcion casi alegre de un nino de apenas ocho anos de edad que toma a escondidas la bicicleta de su padrastro y pretende recorrer en ella treinta y seis millas hasta la casa de una tia. Todo va casi muy bien hasta que el chico comienza a encontrarse de golpe con todos los obstaculos. Es la primera vez que monta una bicicleta, no ha calculado bien la distancia, el tiempo, ya es casi de noche, la biciclea se ha roto y de repente estalla una horrible tormenta. Poco a poco, entonces, con la derrota y la desesperacion va surgiendo el Bernhard que conocemos. Aunque no voy a omitir el hecho de que, porque al igual que el primer relato existen otros similares a lo largo de la narracion, esta obra, como ya he dicho antes, es algo diferente a las demas de este autor.

Claro, extrane sus obsesivas repeticiones y las largas diatribas en contra de todo lo imaginable. pero estas fueron sustituidas habilmente por largos pasajes en los que se describen las cincunstancias mas horrendas de la ninez de Bernhard, sus relaciones familiares, la personalidad de su abuelo, su padre y su madre. Sobretodo ese abuelo a quien hemos visto transformado en tantos otros de sus personaje a lo largo de toda su obra. Tambien la aparicion algo fugaz de algunas de sus primeras amistades y amores, todos personas muy extranas.Personas desvalidas o mutiladas, de una u otra forma, las cuales casi siempre terminan en el suicidio, en una enfermedad mortal en la total locura. Por cierto, que el suicidio y la locura tienen, como de costumbre, su lugar especial. Sin estos, definitivamente Bernhard no fuera Bernhard.

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