domingo, enero 31, 2010

Campo de Amapolas blancas de Gonzalo Hidalgo Bayal


"Los hombres mueren y no son felices"-Albert Camus.

"Soy un muchacho sin importancia colectiva. Exactamente un individuo."-Jean Paul Sarte.

Ambas frases por igual son de importancia vital en el desarrollo y desenlace de Campo de Amapolas blancas y en el significado de las mismas esta la clave de la vida y de la muerte del personaje principal. Este es un libro que va de la fidelidad que un hombre tiene y se debe a si mismo, y hasta que extremo es capaz de llevar su vida con tal de no abandonar sus ideales, su talento e individualidad. Es un librito corto que se lee de una sola sentada, al menos que no se sea un lector empedernido, como es mi caso, y le de a uno con leer cada pagina, de tanta belleza y poesia, dos veces. En ese caso nos tomaria algo mas de tres horas la lectura completa de la obra.

Esta historia empieza con las aventuras de dos niños en el colegio de los padres hervacianos en la ciudad de Murania y concluye con el encuentro fortuito por la calle, muchos años después y también en Murania, con un hombre taciturno y desolado que despierta en el narrador los recuerdos de esos días pasados. Entre un tiempo y otro transcurre la juventud de dos amigos, sus viajes, sus primeros amores, los estudios en Madrid y en Salamanca, París y el Barrio Latino, los libros, el cine, las canciones... O quizá sea mejor decir que transcurren los eslabones del tiempo que escribe la memoria. O ese aire exacto y familiar de olvidos y recuerdos por el que todos algún día sabemos, quizá calladamente, dónde están –si es que alguna vez los hubo– esos campos de amapolas blancas y el desesperado sueño de su blancura.

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